lunes, 16 de febrero de 2009

TSUNAMI

Muy largas las noches. Algunas premeditadamente aburridas, otras potencialmente peligrosas. De estas recuerdo pocas (o así desearía), y las tengo en tercera persona. A veces creo que son de una película y otras veces parecen un videojuego, pero lo que me hace temer es que siempre soy yo el protagonista...
Tengo olor a pólvora. Siento olor a pólvora. Me miro las manos, están húmedas y temblorosas. Me avergüenza no poder dominar ese minúsculo parkinson. Tengo la respiración acelerada. Taquicardia. La nariz tapada y moqueo... ¿Qué he hecho? ¿De dónde sale ese olor a pólvora?
Miro a mi alrededor y en el sofá está ella. Es mi casa. La televisión está encendida, sin volumen, y hay porno. Primeros planos de culos y pollas que penetran. Las tomas son espantosas, como si esos planos detalle llenos de pelos y humedad fueran el súmum de lo erótico. No lo son. Sólo demuestran el pésimo estilo del cámaradirectorproductor de la cinta.
Y ella en el sofá, sólo vestida con el sujetador negro, con puntillas que definen sensualmente sus pechos, un zapato de taco alto en su pie izquierdo y su cuerpo brillante de transpiración. Está relajada con las piernas abiertas. Extasiada, como si por ella hubiera pasado un tsunami que la ha dejado agotada. Empapada. Exhausta. Su cabeza está levemente inclinada sobre su hombro derecho y sus ojos clavados en el porno, como si mirara sin ver. Me miro y también estoy desnudo, con mi polla firme, latiendo profundamente. Hiriente.
Me paro delante del televisor interceptando esa mirada que no ve. Sólo mueve lenta y levemente sus piernas, que abre ofreciendo todo ese túnel. Me acerco y en ese momento mueve su pecho, inflándolo hacia mi. La agarro de las caderas y la giro violentamente, poniendo su culo a mi alcance, en mis dominios. Ella adivina la intención, como si me conociera, y apoyando sus tetas en el sofá, con ambas manos separa las carnes que rodean la cueva de su culo. Y lo levanta, ofreciendo su ano como una merecida recompensa. Me siento sobre su cintura y con mi mano derecha, después de mojarla con mi saliva, la lubrico. Sin levantarme demasiado, apunto mi polla a su diana y suave, pero intensamente, la penetro. Un leve temblor recorre su delgado cuerpo. Su piel se eriza y exhala un suave y profundo siseo... SSSSSSSSSSSSSS...
Lentamente la saco... MMMMMMMMMMM... Gime. Antes de quitarla totalmente vuelvo dentro de ella... SSSSSSSSSSSSSS... Y así, entre SSSSSS y MMMMM entro y salgo cada vez con más velocidad y violencia. Siento PODER, Ella goza con mi poder. Levanta más su culo, como si deseara más y más. Somos dos animales en un celo desenfrenado.
Estallo dentro de su culo, en el preciso momento en que ella explota en un ¡OH! y varios ¡AH! Con espasmos y temblores me salgo suavemente sentándome a su lado. El tsunami acaba de pasar por mí también.
Cierro los ojos, respiro profundamente y pienso... ¿Y éste olor a pólvora?